Si bien no dejó ningún escrito sobre su técnica, todos coinciden en que hay un antes y un después de Francisco Tárrega en la guitarra clásica.

A fines del siglo XIX, organizó la técnica de la guitarra clásica, completando el trabajo de su predecesor y maestro Julián Arcas, formalizando una manera de asir la guitarra, utilizando el apoyapié y apoyando la guitarra en la pierna izquierda. Y -quizá su aporte más recordado- también usando sistemáticamente el toque apoyado, toque cuya autoría tradicionalmente se supone debida al mismo Tárrega.

Aún se sigue debatiendo si el toque apoyado fue inventado por Tárrega, pero no puede negarse que su uso sistemático es una característica definitoria de su escuela y, aún si fuera posible que Tárrega mismo no haya introducido ninguna novedad, la escuela de Tárrega es en realidad una forma de nombrar al punto más alto del arte guitarrístico español del siglo XIX, comenzando por Sor, y, especialmente, Aguado, que buscaba el apoyo en total descanso del brazo derecho (para lo que inventó un dispositivo en forma de trípode para sostener la guitarra, buscando liberar al brazo derecho de cualquier otro trabajo).

Además, legó una visión estética y poética del sonido, que se transmitió especialmente a través de varios de sus alumnos, entre los que se destacan Miquel Llobet, Emilio Pujol (quien escribió varios libros y artículos sobre la escuela de Tárrega), Domingo Prat (quien, emigrado a la Argentina, convirtió a Buenos Aires en un centro de la guitarra clásica en el primer tercio del siglo XX, y formó a los maestros de la siguiente generación), Daniel Fortea (quien luego difundiría la escuela de Tárrega en Madrid) y Josefina Robledo, entre muchos otros.

Fue, además, el primero de los maestros españoles de finales del siglo XIX en realizar giras internacionales, una línea que luego continuaría su discípulo Miquel Lobet y, ya definitivamente, Andrés Segovia.

La fuerte personalidad y presencia internacional de Segovia, declarado seguidor de las ideas de Tárrega, hizo lo que faltaba por su difusión (y la de la guitarra española, que ya en el siglo XX se impone por sobre las otras variantes de guitarra, tanto en ejecución como en construcción) en el mundo. Tanto como el ocaso de su fama en los años previos y, sobre todo, posteriores a su muerte (acaecida en 1987), hizo que muchas de sus ideas se abandonen completamente. Junto con el desuso de su técnica, se sumó el de muchos recursos estilísticos que casi pasaron a ser un tabú: el uso del toque apoyado, los portamentos, cierto uso particular del vibrato y del rubato. Claro que, antes de convertirse en un tabú, ya habían pasado a ser un cliché durante mediados del siglo XX.

Luego de eso, nuevas visiones de la técnica y la música tomaron forma y protagonismo.

También, otras maneras de construir la guitarra clásica que reemplazaron aquellas famosas de Simplicio, Ramírez, Santos Hernández, García y el gran Torres, estos últimos dos, los constructores preferidos de Tárrega.

Tanto que, aún con la gran cantidad de material disponible hoy en internet casi al alcance de la mano, la mayoría de los guitarristas de la primera mitad del siglo XX son prácticamente desconocidos.

El legado de Tárrega, hoy en día, parece ser sólo un puñado de obras (muchas de indudable valor) que, de todas maneras, muy frecuentemente no logran el lucimiento porque los intérpretes carecen de los recursos necesarios para traer a la vida una música cuyo sentido está íntimamente ligado al guitarrismo de su autor.

 
Casa de Tárrega, Barcelona, Alejo de los Reyes
(A la izquierda: el autor de esta nota “Visitando” la casa de Tárrega en Barcelona en 2012)

Sin despreciar los aportes que ofrecieron a la guitarra el talento y el trabajo de las generaciones más recientes de maestros de la guitarra, en ésta sección del blog, haré publicaciones con la intención de revalorizar un modo de tocar la guitarra que parece haberse perdido definitivamente y, sin dudas, merece ser revisitada. Aquella guitarra de sonoridad dulce, íntima y expresión intensa, fue reemplazada por lo que se entendió como una evolución en la técnica y dejada de lado completamente. Nuevas generaciones serán las encargadas de retomarla y, por qué no, recuperar su legado y el de los músicos de hoy, para proyectarlos hacia el futuro.

Esta nueva sección del blog sobre la escuela de Tárrega pretende ser, además de un homenaje a esos guitarristas, un espacio para difundir y reflexionar sobre ese inmenso legado y el de sus precursores durante todo el siglo XIX, y también para reseñar el trabajo y las grabaciones disponibles en Internet sobre la guitarra en los dos primeros tercios del siglo XX.

La primera entrega de estos artículos fue dedicada a los padres de la técnica de la guitarra clásica: Sor y Aguado.

La segunda, al riquísimo panorama que quedó en España tras la muerte de ambos, hacia mediados del siglo XIX

 


Estoy seguro de que no soy el único con la idea de que vale la pena volver a las fuentes de la gutiarra clásica, que de alguna manera se sintetizan en Tárrega y sus discípulos. Cada vez somos más los guitarristas jóvenes que recogimos ese guante. Si te interesa el tema, querés saber más o simplemente estar en contacto, enviame un correo para que te agregue al newsletter mensual con las novedades del sitio. También podemos charlar en la sección de comentarios de esta entrada.

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