Seguramente muchos de los que leerán este blog no serán de Argentina, pero igual conozcan y recuerden a Maradona. Aquí en Argentina (como en Nápoles), Maradona (que hoy, 30 de Octubre de 2020, cumple 60 años) es objeto de muchas pasiones. Y es ya un mito viviente. De entre muchos mitos que corrían sobre él, está ese que decía que el no entrenaba porque no lo necesitaba. Esta mitología es muy común cuando se trata de personas muy extraordinarias en su área. Quizá los simples mortales necesitamos justificar esa diferencia de capacidad exagerándola y reduciéndola a un don innato. El mito en un momento fue tan fuerte que el propio Maradona empezó a compartir videos de sus entrenamientos en sus redes sociales, usando de manera irónica el título de “Maradona no entrenaba”.

Pienso que podemos aprender mucho de estos entrenamientos (sobre todo por la profundidad con que Maradona trabaja en cada detalle), aún los que nos dedicamos a otra actividad (en mi caso, la guitarra)

Creo que Maradona es verdaderamente (al menos en la Argentina) el primer futbolista que se asume como profesional. Se lo ve entrenar muchísimas situaciones, y también se lo ve practicando muchas destrezas, algo que desde hace bastante ha captado mi atención de una manera cuasi hipnótica. Pienso que podemos aprender mucho de estos entrenamientos (sobre todo por la profundidad con que Maradona trabaja en cada detalle), aún los que nos dedicamos a otra actividad (en mi caso, la guitarra).

Además, hay un montón de puntos de contacto entre la actividad profesional de un músico y un futbolista: ambos pasamos más tiempo entrenando o estudiando que jugando en sí, y necesitamos que esa práctica sea efectiva porque luego, durante el concierto o el partido, necesitamos disponer de cada habilidad que exista para afrontar diferentes dificultades, en el contexto de una situación que aumenta considerablemente la exigencia respecto a nuestro día a día.

He oído muchas veces que el músico tiene que entrenar como un deportista, es decir, buscar aumentar su resistencia y su fuerza. Siempre me sentí en las antípodas de ese pensamiento. Por ejemplo, no suelo estudiar más de dos horas diarias con el instrumento (y trato de utilizar la reflexión para la resolución de muchos de los problemas, más que a la práctica, algo para lo que el contacto físico con la guitarra es innecesario), y casi nunca paso ratos largos de estudio sin un descanso. Nunca ejercito la fuerza y pocas veces ejercito la velocidad.

No obstante esto, viendo como Maradona enfoca su deporte, sí podría decir que un guitarrista debería estudiar como un deportista.

Maradona no se conformaba con adquirir una destreza, sino que además buscaba el poder resolver al máximo nivel posible cada elemento de su técnica. Se lo puede ver sobre el final de este video (minuto 7,30 y siguientes) en donde hace “jueguito” (así le decimos en Argentina al rebotar la pelota el máximo de veces posible) con una pelota de tennis, combinándolo con una caminata que, verdaderamente resuelve de una manera tal que, a la vista, pareciera que estuviera caminando por la calle y la pelota ni siquiera existiera. En todo el video se lo puede ver practicando las cosas más inverosímiles que se puedan hacer con una pelota:

Otra de las cosas que se observan en sus entrenamientos y ejercicios: el dominio de una habilidad se ve manifiesto cuando ésta se puede combinar con otras. Es el caso de lo que hace con los “jueguitos”: no basta con poder controlar la pelota, es necesario poder hacerlo mientras se hace otra cosa, por eso se lo ve hacerlo muchas veces mientras camina. Porque obviamente, durante un partido, esas destrezas se ven a prueba y siempre necesitan ser combinadas con alguna más. Aquí se lo puede ver practicando las habilidades más irrisorias que se le puedan ocurrir. Incluido el dominio de los “efectos” que, más que un futbolista, lo hacen parecer un jugador de billar.

Maradona entendió que tenía que trabajar todo elemento que influyera en su juego. Lo interesante es la perspectiva amplia (y lúcida) de esos elementos que hace que trabaje de esa manera. En un artículo previo, hablo de la importancia de buscar elementos que contradigan nuestra técnica como método de descubrir nuevas posibilidades y creo que algo de eso tiene que haber aquí. El dominio absoluto de la pelota que tuvo, sumado a su increíble visión de la cancha y su velocidad mental le permitieron hacer goles tan impresionantes como este:

Muchos veían en estas cosas una mera demostración de capacidades (especialmente en los entrenamientos), o una simple manifestación lúdica de ellas. Sin negar que hay algo de lo segundo (e incluso podría, por qué no, haber algo de lo primero), yo veo más el concepto (y quizás, además impulso) de trabajar todo cuanto se le ocurriera respecto del dominio de la pelota y de su cuerpo. El nivel de trabajo que hizo sobre su cuerpo hace que muchas veces sus movimientos (y hasta su fisonomía) se asemejen a las de un bailarín, algo que contrasta mucho con la imagen de los futbolistas de hoy en día, que más bien me recuerdan a un atleta que a un artista. Esta mirada cuasi estética sobre la pelota (que también aparece en sus entrevistas, cuando habla del fútbol en sí, o del estilo de otros jugadores) es otra de las cosas que parecen faltar mucho en los futbolistas de la actualidad. Alejandro Dolina dijo alguna vez que para saber quién es el mejor futbolista del mundo hoy hace falta ver las estadísticas, pero con Maradona, sólo hacía falta verlo a él. Los entrenamientos de Maradona solían ser muy físicos y muy aeróbicos, pero no pareciera que el trabajo estuviera orientado meramente a aumentar su resistencia física: más bien, se lo ve haciendo actividades puntuales que le permiten trabajar destrezas. Son éstas las destrezas que necesita tener totalmente resueltas cuando, en una fracción de segundo, decidía utilizarlas durante un partido.

Creo que gran parte de su enfoque durante la práctica se basaba en conseguir la mayor precisión posible en sus disparos. En éste video se lo puede ver practicando tiros al arco de una manera bastante inusual: aún con el arquero presente, su objeto es tirar la pelota a los palos. Lo logra con una precisión tal que la pelota además vuelve a su lado después de golpear el palo.

De la multitud de problemas que hace falta resolver, Maradona elige separar uno de ellos. Al separar ese problema, ya se logra algo: identificarlo, y, al hacerlo, la solución definitiva empieza a ser posible

En todo ésto pensaba mientras miraba éste video, en el que un Maradona ya retirado aparece en el entrenamiento de un pequeño club de fútbol, y les enseña a sus jugadores a patear tiros libres.

Creo que éste video (en el que, además de verlo, podemos escucharlo hablar y fundamentar sus razonamientos) resulta múcho más manifiesta su manera de practicar y cómo enfoca la práctica. De la multitud de problemas que hace falta resolver, Maradona elige separar uno de ellos. Al separar ese problema, ya se logra algo: identificarlo, y, al hacerlo, la solución definitiva empieza a ser posible. Además de separarlo, Maradona experimenta con el problema, ubicando la pelota a diferentes distancias. Todo eso le permite elaborar conclusiones, cómo que pateando la pelota de determinada manera se tira un centro, pero para hacer el gol se patea de otra manera (“arriesgando”, como él mismo lo dice). El recurso está definido con tanta claridad que puede explicar con detalle adónde debe colocarse el pié, y que luego hay que “sacar todo el pié para arriba”. “Dejá que el pié pase”, agrega más tarde.

Para poder hacer esa práctica, lo primero es habilitarse a errar, algo que muchas veces se nos olvida a los guitarristas (y sospecho que también a muchos futbolistas). Por eso le dice al estudiante que para “sacar el pie”, primero tiene que pegarle fuerte a la pelota, y por eso las primeras veces que practique van a salir mal.

No puedo evitar ver el paralelismo con cierto enfoque del estudio en el que se busca la solución inmediata de un problema, muchas veces limitando el aprendizaje de nuevos elementos técnicos, y muchas veces limitando la calidad musical del resultado. Para darle utilidad a nuestra práctica necesitamos habilitarnos a errar y quizá muchas veces, hasta buscar y agradecer la aparición de ese error. Hasta se da el lujo de hablar como un maestro zen cuando dice “Olvidate de todo. Olvidate hasta de que tenés que hacer el gol”. Creo que la concentración es un factor que evidentemente Maradona también trabajó y ejercitó toda su vida.

Los goles de tiro libre son casi una categoría aparte en el nutrido repertorio de goles que dejó la carrera de Maradona en el fútbol profesional. Alrededor de un tercio de los 115 goles que marcón en el Napoli fueron de tiro libre. Este del video es verdaderamente increible: un tiro libre ejecutado desde adentro del área chica.

Artista y genio del fútbol, Maradona es también (entre tantas cosas) una muestra de cómo se puede trabajar en una técnica ladrillo por ladrillo, generando recursos diferentes uno a uno, que pueden combinarse entre sí, construyendo un edificio que en su caso, es inmenso. Consistencia de elementos y coherencia creo que son dos de las mejores bases que hacen a una técnica. En el estudio de la guitarra me encuentro día a día con problemas en donde la solución pone a prueba lo físico y lo intelectual de la misma manera, y -humildemente- intento aplicar el mismo proceso: ver de qué manera se puede trabajar el problema separado del resto de los problemas y experimentar con él desde todos los ángulos, e intentar luego, a través de una práctica muy consciente, extraer conclusiones sobre cuales son los recursos que tengo que utilizar durante la ejecución. Pero no basta con eso: luego hay que complicar el problema, quizás hasta combinándolo con otros más, para verificar que el esos recursos están incorporados y funcionan aún cuando no les presto atención. Al igual que en un partido, en un concierto tenemos mil preocupaciones, y está además involucrado el componente emocional. Igual que en un partido, al tocar en público nos enfrentamos al riesgo, que multiplica las posibilidades de que algo salga mal, y tenemos que tomar decisiones en décimas de segundo. Pese a todas las dificultades que agrega la ejecución en público, pienso que “ensayar” cada nota de la partitura fijando su interpretación y ejecución, intentando reducir el riesgo puede conducirnos a una interpretación mecánica o de resultado artificial. En cada concierto, aún si tocáramos la misma obra, nos sentimos diferente, y diferente tendrá que ser nuestra respuesta para adaptarnos a eso que sentimos. Y por eso, los recursos que ponemos en juego tienen que funcionar plenamente. A eso tiene que apuntar nuestra práctica diaria: buscar recursos y maximizar su potencial.

 

 

PD: Éste artículo, originalmente pensado como un homenaje a “el Diego” (como siempre lo llamaremos en Agentina los que lo queremos. En la nota me referí a el con un respetuoso uso de su apellido) en el día de su cumpleaños. Pocos días después, la noticia de su muerte sumió a un país entero (y gran parte del mundo) en la tristeza y la conmoción. Mientras, ya es definitivo su ascenso al podio de los verdaderos ídolos populares. Con la copiosa circulación de material que siguió a su fallecimiento, recogí algunas cosas que fui sumando a la nota. Pero decidí dejar casi todo el texto en el tono original, evitando la tristeza que, en los últimos dos meses, no alcanza a moderarse. Dejo aquí mi saludo a muchos que llegarán a esta publicación con la misma tristeza. Y un agradecimiento eterno al Diego.

 


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