La partida de Ciro Pérez, el pasado 5 de Mayo de 2024 en Córcega, a la edad de 79 años, es uno de esos acontecimientos en los que nuestro medio muestra la poca valoración que existe de nuestra música. Ningún medio de Argentina o del Uruguay parece haberse hecho eco de la noticia del fallecimiento de uno de los guitarristas más importantes de la historia de la música rioplatense.
Ciro Pérez acompañó a Zitarrosa en la primera década de la carrera de éste, antes de que tuviera que exiliarse del Uruguay, grabando en sus primeros catorce discos, empezando por aquel recordado “Canta Zitarrosa”. Para el momento en que ambos artistas se conocieron, Ciro era uno de los guitarristas más respetados de su medio, habiendo acompañado a todos los cantores más importantes de su época.
Más luego, el propio Ciro cruzó el Río de la Plata y se estableció en Buenos Aires. Allí fue el “ladero” de Roberto Grela, con quien acompañó a todos los cantores más importantes en actividad de esa época, actuando en el Viejo Almacén que regenteaba Edmundo Rivero. Entre varios nombres, podemos rescatar al propio Rivero y a Rubén Juárez, en su único disco de música folclórica, y especialmente, dos discos instrumentales: “De Grela a Gardel” y “Las nuevas creaciones de Roberto Grela”, el único disco a dúo de la carrera de Grela, dando cuenta del respeto que éste tenía por Ciro.
En 1982 emigró a Francia, y desarrolló una amplia actividad como músico estable del legendario café “Les trottoirs de Buenos Aires”. Junto a Enrique Lagarde (contrabajo) y Enrique Pascual (piano) configura el “Trío Río de la Plata”, con quienes registra también un álbum. Posteriormente también forma un dúo con el guitarrista Vidal Rojas, con quien graba su recordado disco “Homenaje a Grela”, que nunca se editó en Argentina o Uruguay, pero circuló mano en mano entre guitarristas de tango de todo el mundo; también un segundo disco, menos conocido, “Revisitango”.
También en Europa, registró un magnífico disco a dúo con el bandoneonista Osvaldo “Marinero” Montes, mucho antes que éste comenzara su recordado dúo con Aníbal Arias. Allí se luce en todos los aspectos que fueron su marca: la búsqueda interminable del acorde perfecto, la calidad y potencia de su sonido, el acompañamiento justo, el virtuosismo en el uso de la púa, la “marca” de tango de una prolijidad y fuerza superiores.
En sus últimos años se estableció en Córcega, en donde falleció, aunque pasando una buena parte del año en Uruguay.
Me hubiera encantado poder aportar más datos biográficos que los que retiene mi memoria; datos recolectados oralmente y en las pocas entrevistas que dió el maestro (si ésta nota llega a quienes lo hayan conocido más y pueden aportar más datos, los pueden dejar en la sección de comentarios). Así que me gustaría cerrar este breve texto con un recuerdo personal:
Tuve la inmensa suerte de conocer a Ciro Pérez en persona durante la grabación del disco “Jacinto Chiclana”, que es, hasta donde sé, su última grabación, en el que toca junto a Roger Helou y Orlando Dibelo, más el contrabajo de Federico Abraham, en temas instrumentales y acompañando al cantor Omar Fernández.
Al enterarme que la estadía de Ciro Pérez en Suiza coincidiría con las fechas de mi gira por Europa, escribí a Roger Helou para preguntarle si harían algún concierto en vivo, o si, en su defecto, podría presenciar la grabación para poder escuchar y ver a Ciro, que era a mis ojos (y sé que a los de muchos guitarristas porteños) una especie de leyenda de quien no conocía su rostro ni su voz (algo ciertamente infrecuente en esta época de hiper-comunicación) pese a admirarlo tanto.
No solo Roger me permitió presenciar la grabación, sino que me invitó a conocer a “toda la tropa”, que estaba alojada en su casa de Fribourg. Como si me faltara un golpe de suerte, un concierto que tenía pautado en el Sur de Alemania (relativamente cerca de aquella ciudad) se canceló inesperadamente. Así es que, después de un viaje de unas ocho horas en el único bus que encontré entre Karlsruhe y Fribourg, me encontré de repente tomando mate con Ciro, una experiencia que para mí era comparable a conocer un minotauro. Luego de una amena charla, propiciada por la personalidad muy amigable y llana de Ciro, me pidió que saque la guitarra, y después de que toqué un rato él trajo la suya. No recuerdo si fue Orlando Dibelo o Camille Burgy, la dueña de casa, quien tomó este video, de un momento que difícilmente me pueda olvidar mientras viva.
Lo recuerdo a Ciro diciéndome, generosa y amablemente, “parece que hubiéramos tocado toda la vida juntos!”. Roger, muy sabio, acotó: “es que vos es la primera vez que tocás con él, Ciro, pero él viene tocando con vos hace mucho más tiempo”. El encuentro musical fue tan lindo que, al día siguiente y cuando terminó la segunda jornada de grabación, a la que pude asistir, Roger nos animó a grabar algo con Ciro. Hicimos dos tomas totalmente improvisadas de dos temas: “Romance de Barrio”, de Troilo, (el mismo que tocamos en éste video), y “Te vas, Milonga”, de Abel Fleury, que para mi sorpresa y orgullo (y sobre todo, eterno agradecimiento), Roger decidió incluir en el disco.
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